Nos conocimos en el Coro Polifónico María Auxiliadora, de la parroquia del mismo nombre. Yo, como director del coro; ella, como nueva integrante, invitada por la coordinadora. Fue allí, entre voces y armonías, donde la vi por primera vez… sin saber aún que ese encuentro daría inicio a la melodía más importante de nuestras vidas.
Poco a poco, nos fue uniendo el servicio en la parroquia, el trabajo pastoral compartido y, sobre todo, la presencia constante de Dios, que desde el primer momento fue el pilar sobre el cual construimos nuestro amor.
Con el tiempo, nuestra relación fue creciendo, fortaleciéndose con cada gesto, cada palabra y cada paso que dimos juntos. Y fue justamente allí donde todo comenzó, que decidimos dar un nuevo paso: comprometernos ante Dios y ante los amigos que formaron parte de este caminar.
Hoy iniciamos un nuevo comienzo. Una familia nace, un sueño compartido toma forma, y lo vivimos con alegría y esperanza. Queremos que quienes nos acompañan sean testigos de este amor que cantó su primera nota en una misa, y que ahora se convierte en un himno de vida compartida.
Gracias por ser parte de nuestra historia.